Quinto Elemento

Se cumplen 80 años del nacimiento de Eduardo Galeano


02 de septiembre de 2020

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El jueves 3 de septiembre de 2020 se cumplen 80 años del nacimiento del querido Eduardo Galeano. Lo recordamos leyendo sus textos más entrañables. El mismo 3 de septiembre lanzaremos en redes el hashtag #Galeano para invitar a compartir sus textos y lecturas. 


La función del arte/2
El pastor Miguel Brun me contó que hace algunos años estuvo con los indios del Chaco paraguayo. Él formaba parte de una misión evangelizadora. Los misioneros visitaron a un cacique que tenía prestigio de muy sabio.
El cacique, un gordo quieto y callado, escuchó sin pestañear la propaganda religiosa que le leyeron en lengua de los indios. Cuando la lectura terminó, los misioneros se quedaron esperando.
El cacique se tomó su tiempo. Después opinó:
-Eso rasca. Y rasca mucho, y rasca muy bien.
Y sentenció:
-Pero rasca donde no pica.
Mi cara, tu cara
Según dicen los que saben, los delfines se reconocen en el espejo. Cada delfín identifica la imagen que el espejo le devuelve. También nuestros primos, los chimpancés, los orangutanes y los gorilas, se miran al espejo y no tienen dudas: este soy yo.

A nosotros, en cambio, la cosa nos resulta más complicada. Ocurre en esos días de bajón y mala racha, lindos días para recibir noticias tristes y comer sopa de clavos: al iniciar esos días enemigos, uno piensa quién será este tipo que me mira, de quién carajo será esta cara que estoy afeitando.

Por qué escribo/2
Si no recuerdo mal, creo que fue Jean-Paul Sartre quien dijo: “Escribir es una pasión inútil”.
Uno escribe sin saber muy bien por qué o para qué, pero se supone que tiene que ver con las cosas en las que más profundamente cree, con los temas que lo desvelan.
Escribimos sobre la base de algunas certezas, que tampoco son certezas full time. Yo, por ejemplo, soy optimista según la hora del día.
Normalmente, hasta el mediodía soy bastante optimista.
Después, de doce a cuatro, se me cae el alma al piso. Se me acomoda en su lugar de nuevo hacia el atardecer, y en la noche se cae y se levanta, varias veces, hasta la mañana siguiente, y así…
Yo desconfío mucho de los optimistas full time. Me parece que son resultado de un error de los dioses.
Según los dioses mayas, fuimos todos hechos de maíz, por eso tenemos tantos colores diferentes como tiene el maíz. Pero antes hubo algunas tentativas muy chambonas que les salieron pésimo. Una dio como resultado el hombre y la mujer de madera.
Los dioses estaban aburridos y no tenían con quién conversar, porque estos humanos eran iguales a nosotros pero no tenían nada que decir ni cómo decirlo porque no tenían aliento. Siempre pensé que si no tenían aliento, tampoco tenían desaliento. El desaliento es la prueba de que uno tiene aliento. Así que tampoco viene tan mal que a uno se le caiga el alma al piso, porque es una prueba más de que somos humanos, humanitos nomás.
Y como humanito, tironeado por el aliento o el desaliento, según las horas del día, sigo escribiendo, practicando esa pasión inútil.

El mundo
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. Y a la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba,
la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
- El mundo es eso - reveló -.
Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
 
No hay dos fuegos iguales.
Hay fuegos grandes y fuegos chicos
y fuegos de todos los colores.
Hay gente de fuego sereno que ni se entera del viento,
y gente de fuego loco que llena el aire de chispas.
Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman;
pero otros, otros arden la vida con tantas ganas
que no se puede mirarlos sin parpadear,
y quien se acerca, se enciende.

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