Luciana Morelli: "El jazz es para mí un camino posible, una manera de ver y pensar la música"
30 de julio de 2024
Luciana Morelli es cantante, compositora, vive en Basilea, una muy bella ciudad de Suiza y hace algunas semanas editó "Words of the wind", su tercer álbum solista. La música de Luciana se nutre de una rica paleta de influencias de la música argentina, el jazz, la poesía sonora y la improvisación libre. En esta charla con Quinto Elemento, nos cuenta detalles de su vida en Europa, su mirada argentina, los secretos de suflamante disco y sus proyectos profesionales
-¿Cómo fue la génesis del disco Words of the Wind y qué caminos se fueron abriendo en tanto avanzaba el proyecto?
-El disco nació de una búsqueda que estoy desarrollando hace tiempo, que es el trabajo con textos. Ya había empezado a incorporar textos, entre ellos poemas, como material en sesiones de improvisación libre. En este caso se trata de un proceso de fragmentación del texto, de leer o cantar partes o fragmentos al azar. También uso este mismo enfoque como inspiración para componer mis propias canciones. En esta búsqueda de material, me encontré con algunos poemas de Emily Brontë, Alejandra Pizarnik, Anne Carson y Robin Myers que realmente me conmovieron y quise usarlos para componer. Y ahí empecé una especie de diálogo con el material, me metí de lleno en el mundo de cada poema y los temas que abordan, y me permití jugar con distintos timbres, con orquestaciones nuevas para mí que me permitieran expresar lo que me despertó cada texto. Así que puedo decir que este encuentro o diálogo con los textos me abrió puertas a timbres que no había explorado antes, me abrió la imaginación.
-Entre otras poetas, elegiste a Alejandra Pizarnik ¿Por qué?
-Pizarnik es una de las poetas argentinas que más me conmueven por la crudeza y honestidad brutal con la que escribe, a la vez recubierta de un halo de misterio y surrealismo. Por la manera en la que expone su tormento y habla de sus pasiones, tan personal pero tan universal. Y por el lugar que le da a la literatura, por lo tanto al arte, como ese lugar de salvación donde todo es posible, su entrega y (des)confianza ciega en la escritura me conmueve mucho. Y la elección también tuvo que ver con querer incluir una voz argentina en el repertorio, y pensar en Pizarnik fue inevitable.
El principal interés de este proyecto fue explorar diferentes estrategias compositivas surgidas del diálogo entre música y poesía. Para ello, seleccioné poemas de Emily Brontë (Inglaterra, 1818-1848), Alejandra Pizarnik (Argentina, 1936-1972), Anne Carson (Canadá, 1950) y Robin Myers (EE UU, 1987). Siguiendo los caminos por los que me llevaron las palabras de estas mujeres singulares, como una hoja impulsada por el viento, me embarqué en un viaje a través de la naturaleza, el amor, la muerte, la soledad, la identidad, la locura, el deseo, el dolor, la pérdida, la añoranza, el lenguaje y la memoria. Cada poema me reveló un universo propio, invitándome a explorar diferentes timbres e instrumentaciones. La experiencia fue profundamente enriquecedora y dio como resultado esta obra ecléctica, que me complace compartir, con la esperanza de estimular la imaginación de quien la escuche, dejándose llevar por las palabras del viento. (Luciana Morelli)
-¿Sos una artista del jazz? ¿Qué tiene el jazz que no tengan otros géneros musicales?
-El jazz es para mí un camino posible, una manera de ver y pensar la música con la que me identifico, porque es una búsqueda y un llamado a la creatividad constantes; es una voz que te recuerda permanentemente que no dejes de ser una persona creativa. Es un estar presente y despierto, es poder estar en paz con no saber lo que va a ocurrir. Es fascinante. Y me parece maravilloso que, teniendo un lenguaje propio y una larga historia, es una música que siempre se renovó nutriéndose de otros géneros. Entonces, al contrario de pensarlo como un término rígido, me gusta pensar en su permeabilidad. Y en esto me siento muy identificada porque mi genealogía musical es muy diversa, y el jazz está muy presente pero también lo está todo lo que mamé de chica, la música que se escuchaba en casa, el folklore, el tango, el rock, y en definitiva toda la música que me gusta. Y en el jazz yo puedo ser todo eso y más, puedo expresarme con toda mi paleta aunque lo que hago quizá sea difícil de clasificar como jazz, si pensamos el jazz como un género cristalizado.
-Tu amplitud se relaciona, además de la música, con otros rumbos artísticos ¿Hasta dónde llega tu versatilidad a la hora de pensar una obra?
-Me gusta mucho pensarme como una artista, más allá que elijo la música como mi medio predilecto y el territorio donde me desenvuelvo más, me gusta dejar la puerta abierta para ir a visitar otras disciplinas. He pasado por el teatro y la danza, aunque no me considere actriz o bailarina. También estudié Artes Combinadas en la UBA, que era una carrera donde se estudiaban las artes escénicas y el cine, y esto me estimuló muchísimo a ampliar la mirada, no sólo sobre el arte, sino sobre el mundo, y me ayudó a reflexionar sobre mi propia praxis. Todas estas experiencias quedan en el cuerpo y en la manera de transitar el arte. Me sirvo mucho de textos e imágenes para enriquecer mi mundo interno y estimular mi imaginación. Soy una persona muy visual que necesita recurrir a imágenes o colores durante el proceso creativo. Por ejemplo, a veces me baso en escenas de películas o fotografías para pensar en la atmósfera que quiero generar en una parte de una composición, o para escribir una letra, o para nutrir la interpretación de una canción. También recurro mucho al teatro, a la actuación y la performance para pensar la presencia en el escenario y las historias que estoy contando, dependiendo el caso, o incluso hasta puedo pensar en un personaje que pueda decir esas palabras si las siento muy ajenas. También cuando organizo conciertos tengo en cuenta la experiencia que quiero generar para los espectadores y, si el lugar donde voy a tocar lo permite, me encanta poder intervenir en la disposición del espacio, armar una puesta en escena. Entre 2015 y 2019 tenía un show semanal en el viejo Bebop Club, se llamaba Jazz at the Movies, donde interpretábamos standards que habían sido parte de la banda sonora de películas. Y la música interactuaba con videos, fragmentos de escenas o videoclips reproducidas durante, antes o después de cada canción. Fue una experiencia muy placentera en la que pude unir dos de mis grandes amores que son el jazz y el cine. Y a la vez me divertía mucho interpretando las canciones, pensando en personajes. Ya en Suiza, durante la pandemia he hecho una video/performance en diálogo con la obra de Byung-Chul Han y ahí ya comenzaba a usar textos, en este caso las políticas de privacidad de Google y las reglas del juego Monopoly, en una improvisación. Al mismo tiempo, hice unas grabaciones experimentales usando collage, video y fragmentación de textos que se transmitió en la radio nacional de Suiza, y una instalación sonora en trabajo conjunto con mi amiga y colega Marie-Louise Schneider, en la que las personas debían meterse en una góndola (una especie de cable carril típico de los alpes suizos) que había sido colocada en el jardín de la Musik-Akademie Basel, y al entrar la persona podía escuchar una grabación nuestra de una canción típica de la ciudad de Schaffhausen, de donde proviene mi colega, y una vidala de La Rioja, Argentina mezcladas con grabaciones de campo de ambos paisajes sonoros. También he compuesto música para teatro, como la canción y la música incidental de la obra "Suyay" de Pilar Ruiz, una obra preciosa a la que le fue muy bien en Argentina.
En fin... todos estos universos y lenguajes me atraviesan y están presentes en mí, y por lo tanto en mis creaciones.
-En el imaginario de muchos, Suiza aparece como un país estable, seguro y próspero, entre otros adjetivos que lo califican. O sea, un contraste con la Argentina. ¿Cómo ves -desde tu día a día en Basilea- la realidad argentina?
-Trato de mantenerme informada pero sin saturarme, escucho mucho la radio y hablo con mis amigues y familia. La política siempre me interesó, de hecho participé activamente de varios espacios de militancia desde la adolescencia hasta que migré, así que no me considero ajena a la discusión, pero tengo que decir que es difícil opinar públicamente sobre la situación actual en Argentina sin estar ahí. Haciendo esta aclaración, lo que puedo decir es que me parece muy triste, realmente me duele y me pone muy triste que mucha gente haya elegido a estas personas que nos están gobernando. Hay mucho para reflexionar acerca de qué nos llevó hasta acá a nivel local y a nivel global, porque en muchos países de occidente las derechas más extremas están ganando más y más lugares en los espacios que se supone son democráticos. Y aunque hay explicaciones que pueden parecer bastante razonables, en lo emocional me cuesta mucho aceptar esta derrota y sobre todo entender cómo es que hay consensos muy básicos que pensábamos estaban saldados (como que la tierra es redonda!), derechos que pensábamos conquistados y que ahora simplemente son destruidos así nomás, límites que pensábamos infranqueables y que hoy se están poniendo en juego una vez más. Y entre estos consensos para mí hay uno muy importante que se rompió y que me sorprendió enormemente que así fuera porque pensé que iba a ser un límite muy claro para la gente que lo votó, que es el "nunca más". Me horroriza tener un gobierno que, ni siquiera es que son negacionistas de la última dictadura cívico-militar, sino que la reivindican. O sea, están abiertamente a favor de la desaparición, de la tortura, del robo de personas y la apropiación de identidades, incluso van al penal de Ezeiza a visitar a un genocida... esto para mí es realmente inadmisible y no puedo entender que haya gente que “se olvidó” que una vez, y para siempre, habíamos dicho juntos “nunca más”. Es doloroso. Y también siento vergüenza como argentina de tener este presidente que tenemos. Al mismo tiempo, siento orgullo por toda la gente que se está organizando o que siempre lo hizo, los movimientos sociales y la militancia que hay en Argentina son el sostén de la poca coherencia que queda, y ese es un gran valor.
-¿Escuchás nuevas músicas producidas en Argentina? ¿Qué escuchás?
-Sí, escucho música nueva argentina y de todo tipo, desde cantautores y jazz y folklore contemporáneo hasta música experimental e improvisación. Por ejemplo, Eleonora Eubel, Juan Pablo Navarro, Diego Schissi, Noelia Sinkunas, Don Olimpio, Aca Seca, Duratierra, Ocho, Nahuel Briones… Sobre todo música que hacen mis amigues como Paz Villahoz, Mariano Sarra, Melina Moguilevsky, Julia Sanjurjo, Lucía Boffo, Ignacia, Jazmín Prodan, Florencia Otero, Pia Hernandez... También estoy atenta a lo que publica Club del Disco y otros sellos independientes de amigues como Isla Desierta, ears&eyes records, Neue Numeral, TVL… Digamos que trato de estar al tanto y escuchar todo lo que puedo.
-¿Estás pensando en algún nuevo proyecto discográfico?
-En este momento estamos preparando el lanzamiento de un álbum de improvisación libre con un ensamble de improvisadores de distintas generaciones conformado por Alfred Zimmerlin, Andrea Neumann, Christian Moser y yo. Es sobre el libro "Conflations/Amalgama" de la poeta contemporánea estadounidense Robin Myers, quien también está presente en "Words of the Wind". Ambos discos fueron grabados en paralelo, porque todo fue parte de una misma búsqueda, la de la exploración de posibles diálogos entre música y poesía. Entonces una posibilidad era la de improvisar, y así fue que los convoqué a elles. Básicamente nos encontramos en el estudio con la única premisa de que al principio de la sesión, cada miembro del grupo tome una o varias hojas del libro al azar para utilizarlas durante la improvisación. Cada intérprete puede decidir por sí mismo cuándo introducir el texto y de qué manera. Ya sea leyéndolo directamente o seleccionando algunas palabras o frases, vocales o consonantes, o incluso "leyéndolo" con su instrumento. El resultado es un viaje casi teatral y sensorial a través de diferentes escenarios en los que palabras y sonidos se combinan para crear un collage surrealista que apela a la imaginación del oyente. Estoy muy contenta con este disco, y espero con ansias la presentación en vivo para poder volver a tocar con este grupo tan especial.
Trayectoria
Luciana Morelli quinteto (2012-2015), fue su primer proyecto como vocalista y compositora, con el que grabó su primer disco, "Mandala" (2014) de standards de jazz y composiciones propias. Luciana se caracteriza por una gran versatilidad como intérprete, productora, compositora y arreglista, así como por su curiosidad por entablar diálogos con otras artes, a través de la performance, instalaciones sonoras o la composición para teatro, siendo su último trabajo la música de "Suyay", de Pilar Ruiz (2020 - 2023). Actualmente,dirige su propio proyecto como cantante y compositora, “Luciana Morelli grupo”, con el cual ha publicado su segundo álbum como líder de banda “Lo abismal, el agua” (ears&eyes records, 2021), en el que cuenta la historia de su viaje a Suiza, no sólo con sus letras, sino también con su voz y sus arreglos, tendiendo un puente entre sus raíces musicales argentinas y el jazz. El álbum recibió muy buenas críticas en revistas y blogs como Jazz N More (Suiza), SKJazz (Slovakia), entre otros, y fue elegido "Álbum de la Semana" por NQ Jazz (Reino Unido) y por el programa de radio "Jazz am Sunntig" (Radio RaBe, Suiza). También formó parte de la selección de octubre de Club del Disco (Argentina), y se ha emitido en programas de radio internacionales como Radio Swiss Jazz (Suiza), Jazzkultura (Polonia), WDR (Alemania), NDR (Alemania) y Radio Nacional (Argentina), entre otros. En 2022-23 Luciana y su banda salieron de gira y tocaron en varios lugares de Argentina, Suiza, Francia (Festival Jazz á la Citè, París) y Alemania con una muy buena acogida por parte del público y la prensa. En junio de 2024 lanza "Words of the wind", su tercer álbum solista, editado por el sello portugués Habitable Records.
En la web
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