Quinto Elemento

Norberto Jansenson: "De René Lavand aprendí a estar. El decía que es mucho más importante que hacer y que decir"


16 de noviembre de 2022

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por Gustavo Grosso


La mano mágica es el libro donde Norberto Jansenson cuenta con detalles la historia con su maestro y amigo René Lavand, acaso el más importante artista del ilusionismo y la magia nacido en la Argentina. "Un libro sin trucos, lleno de secretos y lleno de magia". Así lo presenta flamante Híbrida Editora, a cargo de la edición del ejemplar, que ya se puede adquirir en librerías o puntos de venta virtuales. Norberto Jansenson nació en Buenos Aires, es mago profesional desde los 15 años, cuando hizo su primer show en una fiesta de cumpleaños. Es narrador y orador, practica meditación zen y lee desde que a los siete le regalaron El Mago de Oz de la Colección Robin Hood. Escribe desde siempre, pero recién se lo tomó en serio en 1998, cuando la autora Laura Schwartz le dijo "¡Nene! ¡Sos escritor!". Publicó su primer libro —para magos— en el 2000, para una gira que hizo por México y España. En el 2015 participó del taller de escritura de Verónica Abdala, que le pidió que narrara una anécdota con René Lavand; así nació este libro. En el 2019 fue convocado para participar en Hollywood de Dream of Aces, un cortometraje sobre una historia propia con su primer maestro, Charly Brown. El corto fue seleccionado por ocho festivales internacionales y ganó cuatro premios, incluyendo el de Mejor Actor en el Festival Internacional de San Francisco.


-¿Por qué se te ocurrió escribir este libro? ¿Cuál fue la génesis de este trabajo literario?
-No se me ocurrió. En un taller de escritura que tomé, Verónica Abdala (escritora y periodista) nos pidió que hiciéramos el ejercicio de escribir una anécdota sobre alguien que nos hubiera inspirado. A mí me pidió, específicamente, que escribiera sobre René Lavand. Cuando la semana siguiente leí la anécdota, ella me dijo “Para la semana que viene hay otra, no?”. Me siguió pidiendo, hasta que luego de la cuarta historia me dijo “Acá hay un libro”. Yo le dije que no estaba preparado para escribir un libro sobre mi maestro, y que no sentía que tenía la autoridad ni el permiso. Ella me dijo “Si no lo escribís vos, lo va a escribir otra persona, y lo va a profanar”. Me dijo que fue impactante ver cómo mi rostro pasó, en un instante, de la resistencia a la resignación. Así surgió este libro. 

-¿Qué significa Rene Lavand para el arte del ilusionismo, en el mundo?
-Es muy famoso entre nuestros colegas. Muy. En 2012 yo participé de un Congreso de Magia virtual, en Coimbra, Portugal. Nos reunieron a 40 magos, que los organizadores consideraban los más influyentes de la era contemporánea. Entre ellos había ídolos cuyos trabajos yo había estudiado desde que era adolescente, incluyendo a Paul Daniels, David Copperfield, Derren Brown, Dynamo, David Blaine, Max Maven. Cuando empezaron a enterarse que yo era amigo de René Lavand, todos ellos se fueron acercando a contarme o a pedirme que les contara alguna historia sobre René. 

-Lavand fue amigo de Juan Tamariz, de Arturo de Ascanio, de muchos de los más importantes artistas del mundo ¿Qué fue lo que aprendiste de René, en tantas horas de compartir anécdotas?
-Aprendí a estar. Que René decía que es mucho más importante que hacer y que decir. Estar. Transmitir desde el silencio, desde la presencia, que dicen mucho más que las palabras. Aprendí sobre las pausas dramáticas, sobre el equilibrio armónico, sobre la importancia de llegar a lo simple puliendo lo que sobra, a quitar la hojarasca, el ruido que a veces enturbia las aguas cristalinas del misterio. Aprendí la sencillez de la vida cotidiana de un artista que encuentra en sus rituales el punto de apoyo para la creatividad, aprendí sobre el compañerismo, sobre la soledad, sobre la parsimonia y la paciencia, sobre la lentitud como forma casi política de habitar un mundo vertiginoso. Y mucho más. 

-¿Crees que en Argentina hay una dimensión plena de la grandeza artística de Lavand?
-Sí y no. Creo que casi cualquier persona de más de 35 años lo ha visto, escuchado, conocido. Y también creo que se sabe muy poco sobre su arte y sobre su vida. Incluso en Tandil, donde se lo admiraba desde lejos y se lo saludaba como a una persona común, y ambas cosas se quedaban cortas respecto de su envergadura. 

-En la mano de René, tres cartas rojas y tres cartas negras eran un mundo ¿Cómo era el mundo de Lavand en su casa de Tandil, entre árboles y el canto de los pájaros?
-Decía que tenía la mejor pinacoteca del mundo, porque sus cuadros cambiaban con las estaciones. Era una vida de ensayo, de evolución, hasta sus últimos días, Una vida de silencio, de reflexión, de mandados, de siestas rigurosas, de contemplación y de cafés, como si hubiera sido un parroquiano más, en Antonino. 

 

El mago nos provee esas herramientas, nos tiende el puente para habitar, aunque sea por un ratito, un mundo lúdico y misterioso, lleno de sorpresas y emociones. Revelarnos esos secretos es como quitarnos los juguetes, como quitarnos la música, como quitarnos el oxígeno. Mejor conservar la capacidad de creer, mejor conservar la fe, la ingenuidad y la inocencia, mejor convivir con el misterio. Soltar el control, entregarnos a disfrutar de cosas cuyo valor reside en nuestra ignorancia de su funcionamiento. 

 

-Dijiste alguna vez que "el arte es el combustible del alma" ¿Por qué sos artista?
-Porque nadie me dijo que tenía que ser otra cosa. Porque nadie me lo prohibió, como intentaron prohibírselo a mucha gente en diferentes momentos y circunstancias. Porque una vida de artista es una vida con más permisos, como el permiso de difuminar los límites entre la “realidad” y la “fantasía”, porque ser artista permite compartir con otras personas esa mirada que ve mucho más que un árbol donde hay un árbol. Tal vez porque siempre creí que, como cantaba el querido Enrique Pinti, “Pasan los años, pasan los gobiernos, los radicales, los peronistas, pasan veranos, pasan inviernos, quedan los artistas…”. 

-¿Cómo recordás la primera vez que viste un acto mágico?
-Recuerdo con la emoción y la vibración más que con la mente. Fue en el Circo Tihany, en el que el gran mago Tihany, un hombre que parecía gigantesco, transformaba a dos bailarinas en una pantera negra. Me sigue conmoviendo la atmósfera, mucho más que el efecto mágico. Y aún sigo intentando crear para mis públicos esa sensación de misterio, de estar frente a un mundo distinto, en el que cualquier cosa es posible. 

-De éste lado del público ¿Por qué es mejor no saber el secreto del mago?
-Vivimos en un mundo muy escéptico que se dedica a profanarlo todo. Cada vez quedan menos cosas sagradas, en la actualidad. Y va para peor. Para que el sis-tema en que vivimos sumergidos pueda funcionar, se necesita conocerlo todo y controlarlo todo. Y nuestros niños y niñas no han desaparecido; viven dentro de nosotros y necesitan, aunque sea de vez en cuando, que les permitamos respirar, jugar, creer, soñar. El mago nos provee esas herramientas, nos tiende el puente para habitar, aunque sea por un ratito, un mundo lúdico y misterioso, lleno de sorpresas y emociones. Revelarnos esos secretos es como quitarnos los juguetes, como quitarnos la música, como quitarnos el oxígeno. Mejor conservar la capacidad de creer, mejor conservar la fe, la ingenuidad y la inocencia, mejor convivir con el misterio. Soltar el control, entregarnos a disfrutar de cosas cuyo valor reside en nuestra ignorancia de su funcionamiento. 

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