Quinto Elemento

Daniel Ruggiero: "este disco es un cruce entre ambos géneros, el tango y la música académica"


13 de agosto de 2021

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por Gustavo Grosso


Con la intención de explorar en el bandoneón como solista con marco orquestal, Daniel Ruggiero busca en este disco nuevos colores sonoros y compositivos en el género y re elabora el lenguaje tradicional con el bandoneón como eje conductor de estas dos vertientes musicales. Su segundo disco aborda dos obras para bandoneón solista; Bando y Banda (para bandoneón y ensamble) y De Nácar (para dos bandoneones solistas, orquesta de cuerdas y marimba).


-¿Que travesía musical proponés en Bandoneón  de Concierto? ¿Cuál fue la génesis de este disco?
-La génesis del disco es un proceso extenso que comienza allá por el año 2012, donde por encargo del violinista Matías Grande, compuse el Doble concierto para violín, bandoneón y orquesta, obra de concierto que me llevó a tomar clases de dirección orquestal, y profundizar mis conocimientos en la musica academica. Este disco es un cruce entre ambos géneros, el tango y la música académica, como forma poco transitada dentro del tango, con la aspiración de ofrecer un nuevo camino para este género.

-El último año y pico ha sido determinante para los artistas, mucho más para los músicos frente a la imposibilidad del vivo, de las giras, del contacto con el público ¿Cómo fue tu tránsito por este tiempo de pandemia?
-Sin dudas fueron los años más difíciles desde mi comienzo profesional allá por el 2002, donde tampoco era un buen momento pero nunca como este año y medio y que nuestra actividad continúa en suspenso y en algunos casos, aún detenida. Giras y conciertos suspendidos, sin nueva fecha, y la baja laboral notable hicieron que me enfoque en mi actividad docente, tanto en el conservatorio Juan Pérez Cruz de la ciudad de Junín donde soy docente de bandoneón hace años, y nuevos talleres privados de composición y orquestación que logré escribir y armar en esos primeros meses de 2020, más algunos encargos de arreglos y composiciones para agrupaciones diversas del tango y de la música contemporánea. Esto en el aspecto laboral, que se desorganizó a partir de las restricciones sanitarias; en cuanto a mi actividad como compositor, fueron días de mucha escritura y estudio y la docencia siempre como motor creativo de reafirmación de conceptos y de intercambio.

-Existe una lista larga de grandes referentes del bandoneón. ¿Qué aprendiste de tus referentes musicales? ¿Cuáles son los primeros sonidos del bandoneón que quedaron en tu memoria?
-Por supuesto, dada mi historia personal, el bandoneón estuvo en mi vida desde los primeros recuerdos que tengo. Así como la cotidianeidad con Próceres del Tango, como Osvaldo Pugliese, Julián Plaza, Emilio Balcarce o mismo mi padre Osvaldo Ruggiero. Todos ellos grandes maestros del tango, que sin duda son referentes musicales y éticos, por su modo de comprender la música y la profesión, por su autenticidad en cuanto a su desarrollo estilístico y su imaginación compositiva. Entre mis estudios formales de bandoneón con grandes como Néstor Marconi, Julio Pane y Alejandro Zárate, último bandoneonista en tocar con mi padre, me han educado en el arte del bandoneón, en su profundo conocimiento del instrumento y del tango, y en el respeto profundo por la música y el instrumento. También maestros muy especiales en mi formación fueron entre tantos otros Laura Baade  y Manolo Juárez, ambos docentes de composición orquestación, de donde aprendí muchos recursos técnicos y formales, además de algunos otros conceptos más globales que me cambiaron mi manera de ver esta actividad de escribir música.
 
-Suelen existir mitos alrededor de la complejidad que tiene tocar el bandoneón. ¿Por qué elegiste ese instrumento? ¿Qué te significa hacerlo?
-Sí, es un instrumento de gran complejidad técnica, que requiere un proceso largo de adaptación y aprendizaje solamente del teclado y el orden de las notas. Mi contacto con el instrumento fue desde siempre por mi viejo.
Si bien mis comienzos fueron con la guitarra, luego del fallecimiento de mi padre y con gran ayuda de mi padrino, un gran amigo suyo, Hugo Paglia,  quien me ayudo muchísimo, comencé a tomar clases con Pascual Cholo Mammone de forma particular y ahí comenzó mi camino con el bandoneón. La elección se debe a que como instrumento tiene una gama expresiva muy amplia y variada, y por supuesto el hecho de haber visto tantos conciertos de tango y en particular con mi padre en el escenario tocando el bandoneón, seguramente me generó ese interés tan especial.
 
-¿Cómo imaginás el día después de la pandemia, en el reencuentro con tus pares, con los escenarios?
-Bueno, primeramente, el deseo de que sea lo antes posible. Imagino un hermoso momento donde finalmente nos podamos encontrar para hacer lo que tanto nos gusta hacer y sobre todo ese encuentro con el público y el aplauso, que es nuestro alimento.

-Si tuvieras que armar un seleccionado y subir a un escenario a los músicos que más han influido en tu carrera ¿Quiénes estarían de titulares indiscutibles?
Un seleccionado donde toquen Pugliese, Goñi, Salgán, Bill Evans, Herbie Hancock y Leonard Bernstein, como pianistas, Osvaldo Ruggiero (Mi Padre), Astor Piazzolla, Leopoldo Federico, Aníbal Troilo en los bandoneones, Ron Carter, Kicho Diaz, Aniceto Rossi, Charlie Haden en contrabajos y Elvino Vardaro, Enrique Francini, Simón Bajour, Maxim Venguerov, en los violines.

-Se cumplieron hace poco los cien años del nacimiento de Piazzolla y el reconocimiento a su obra llegó desde todos los espacios que propone el arte ¿Cuál considerás que fue la influencia de la música de Piazzolla?
Este año es el centenario de Piazzolla y, como decís, los homenajes que se dan en todo el mundo terminan de demostrar lo importante que es su figura. En julio pasado, fui parte de uno de los homenajes hechos en el CCK y después de trabajar en sus arreglos y composiciones desde el rol de director del ensamble, sigo encontrando cosas para aprender y por supuesto copiar. Su influencia no sólo es como bandoneonista, compositor, estudiante incansable; un músico en constante búsqueda, que armaba grupos con repertorios y formaciones diferentes cada dos o tres años, que desde un momento decidió no hacer otros temas que los suyos y que abrió las puertas de todos los que hacemos tango en el mundo. Pero su legado es tan inmenso que hasta su vasta y bella obra es sólo una parte: de él aprendí  a ser auténtico, a ser inquieto, a trabajar mucho, a entender que si uno toma riesgos tiene que saber llevar las consecuencias de hacerlo y que el tango no se va a morir nunca mientras nosotros, lsa que lo hacemos, lo hagamos con el lenguaje de hoy y desde acá. 

Del CV de Daniel Ruggiero
Es director, bandoneonista, compositor, fundador del Quasimodo Trío y director musical del espectáculo Rojo Tango en el Faena Hotel. Estudió en el Conservatorio Nacional López Bouchardo y durante cuatro años cursó en la Escuela de Música Popular de Avellaneda (Provincia de Buenos Aires), especializándose en bandoneón con profesores como Walther Castro y Rodolfo Mederos. También fue discípulo de Manolo Juárez. Desde 1997 se ha desempeñado como bandoneonista y arreglador en Argentina y el mundo con las compañías Tango Seducción, Una Noche en Buenos aires, Señor Tango, entre otras. También dirigió el acompañamiento de Sandra Luna, haciendo giras por Norteamérica, Europa, Colombia, Brasil, Australia, Taiwán, Japón y China, entre otros.

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